Cuento para adulto |
Cuento infantil |
Detrás del cuadro
(Monólogo)
(Fragmento) En escena aparece un hombre, que con la mirada inquieta, se dirige a la colección de cuadros que cuelga de la pared. — ¡Esta es mi gran pasión, mirar cuadros, devorar trazos, formas, colores…! (Caminaba frotándose las manos) Me gusta vivir la vida de ellos. Los voy siguiendo paso a paso, metiéndome sutilmente, dentro de sus cuerpos y créanme, nunca me equivoco. (Está muy agitado). Puedo llegar a conocer los más recónditos pensamientos de mis presas… (Cambia de voz, más calmado) Bueno, digo presas, porque me apodero de ellos con tal fuerza… Elegida de los Dioses (El premio)
Ella
Historia de un juglar
La lluvia y yo
Noche de ópera
(Fragmento)
En el teatro todo era actividad, los artistas maquillándose, los técnicos probando los equipos, las luces, cada cual cuidando que todo estuviera listo a tiempo. Algo retirado del barullo, Alfredo se recostó en un canapé y miraba, insistentemente hacia la puerta del camerino de la soprano Lily Duplessis, figura principal, que haría el papel de “Aída” junto a su esposo, – de quién se murmuraba que era sumamente celoso-,y haría el personaje de “Ramphis”, el sumo sacerdote. Notas del último dinosaurio
|
Aventura en Gatilandia
(fragmento)
El parque de las fiestas reluce de limpio, en el centro, la estatua del héroe parece saludarlos con su gran sombrero de plumas y el gesto altivo que lo caracterizó en vida. Cerca de allí, cómodamente enroscado en un banco se encuentra un viejo gato, recordando que no siempre todo estuvo tan tranquilo. Cuando los malvados de Wuau-Wuau, -eternos enemigos de Gatilandia- decidieron acabar con la alegría de sus habitantes, porque sentían gran envidia al ver cómo lograban vivir en paz y tener amigos en todas partes, contrataron a los más despreciables personajes. Como jefe, eligieron a un perro feísimo y muy malo que buscó a otros como él, por ejemplo a Lucifer, descendiente del gato de la madrastra de Cenicienta, Tom, el de Jerry, Silvestre, el de Piolín, y también a Rui La Pestex, una rata inmunda. Ellos se reunieron en secreto y cuando estuvo listo el plan, se frotaron las sucias patas y entre malas palabras y risotadas, se emborracharon. El sueño de caperucita
El titiritero triste
Hola, soy Céfiro. Y… digo yo, que en una ciudad muy linda, conocí a un titiritero triste. Su historia comenzó cuando una niña de grandes ojos negros, le pidió que le hiciera un títere que se pareciera a su mamá. Él usó toda su imaginación y confeccionó una muñeca parecida a la niña; pero mayor. Cuando hubo terminado, se la mostró, ¡y qué ingrata sorpresa! La niña se alejó corriendo mientras gritaba: — ¡Esa no es mi mamá! ¡No lo es…! Pasó algún tiempo y no volvió a verla. Siguió con sus títeres haciendo las delicias de niños y adultos que disfrutaban de su espectáculo. Pero una gran tristeza se apoderó de él. No podía olvidar lo ocurrido. A veces, hablaba con sus muñecos y recordaba a la pequeña. Les decía que quisiera volver a verla. Me dio pena verlo sufrir y decidí buscar a alguien que pudiera ayudarlo. Recorrí la ciudad y cuando lo encontré, le soplé algo muy bajito al oído, y me prometió ir en su busca. Y… les cuento, que una tarde se encontraba el titiritero trabajando en un parque cuando vio, entre el público que lo aplaudía, a un muchacho muy parecido a la niña de grandes ojos negros de su historia. Dejó a los títeres en el retablo, y cuando estuvo a su lado le dijo: Cuando terminó la función, los vi alejarse calle abajo. Ya el titiritero no llevaba la cara triste. Ensalada de cuentos
(fragamento)
¿Se acuerdan de mí? Soy Céfiro. Y… digo yo, que este es un cuento casi real; porque todos los niños, tienen o han tenido una abuela. Pero esta, es muy especial, y no es porque escriba cuentos y poemas, no, es que ella… Bueno, mejor, les hablo de las andanzas de esta señora: Eolín en el bosque
La espera
La niña de las estrellas
La noche y el poeta
La rebelión de los papalotes
Los cuentos del viento
Mi enemiga
Publicado en la antología del escritor Enrique Pérez Díaz.
Lo vi deslizarse sigilosamente, alcanzar la escalera y subir hasta el segundo piso. Sus movimientos eran seguros. Su figura elástica y fuerte, indicaba un cuerpo joven. No por casualidad lo había seleccionado para ejecutar el trabajo. Las referencias eran buenas y decidí poner en práctica el plan. Con anterioridad había tomado todas las precauciones: cerré las posibles salidas, y me dirigí hacia un lugar seguro. Desde allí, podría esperar los acontecimientos. Hacía bastante tiempo que sospechaba que durante mi ausencia, ella penetraba en la casa. Sabía que era cruel, y tengo la seguridad de que esperaba el momento preciso para atacarme… ¡Sentí un ruido en los altos! ¡Comenzaba a desarrollarse la batalla! Claramente escuché los golpes de algunos objetos al caer. Después, el silencio… Subí despacio, con las piernas un tanto temblorosas; pero seguí adelante. Tenía que cerciorarme de su triunfo. Me acerqué al cuarto de baño, la puerta entreabierta dejaba ver algunos rastros de lucha… ¡De pronto, la figura negra avanzó hacia mí y me miró con los verdes ojos encendidos! En su boca, había manchas de sangre. Respiré profundamente, y lo vi retirarse triunfal. Cuando se marchaba, lanzó su grito de victoria: Mi enemiga, había quedado tendida en el suelo. Mi primer día de clases
Sabelotodo
Soñando bajo el piano
Un animal extraño
Una historia en patineta
Una situación difícil
|
Cuento