

A
Amor que pasa de prisa
sin esperar un momento,
suele llevarse la risa
y deja un triste lamento.
¡Ay, qué pena!
¡Tan solo deja un lamento!
surge tu voz de metal,
firme y brillante cual hoja
de lanza peninsular.
Del español traes lo amargo
del pasado colonial…
Del negro traes la fiereza
del palenque y el manglar.
Sangre y fuego se fundieron
incendiando tu razón,
y brotó, cual río de lava…
poesía del corazón.
¡Color de sangre:
tu Son!
¡Color de Cuba:
tu Son!
¡Color del blanco y del negro;
más profundo que mulato,
que caña, tabaco y ron!
de siempre volver.
Ola cautiva
que besas la playa
y retornas, dócil,
al océano
que te disuelve.
escribió un poema,
en mi piel de primavera.
Su letra
borró el invierno;
pero en mi cuerpo quedó,
con marca indeleble:
¡la poesía!
Una fuente de poesía,
Jardín de aromas diversos,
Ejemplo de valentía;
Reina de la ternura…
noble dadora del ser!
B
busco entre la madeja
de mis recuerdos:
la flor, la cinta, los versos…
y sólo encuentro, intacta,
una lágrima
que se mantiene
húmeda y brillante,
a pesar del tiempo.
C
Una Rosa y un Clavel
perfuman mi otoño gris,
las sembré en la primavera
con la tibieza de abril.
Rosa y Clavel
dicha y amor,
Rosa y Clavel
de mi corazón.
El Clavel, firme y sencillo,
la Rosa linda y gentil.
Las dos flores de mi vida:
¡que me hacen tan feliz!
Rosa y Clavel,
dicha y amor
Rosa y Clavel,
de mi corazón.
Desde hace siglos, ese gesto de tu boca apasiona.
Muchos, solo ven tu sonrisa; pero he llegado a creer que ella no
existía, cuando el genial Leonardo te pintaba. Imagino que Él, no
copió, sino inventó tu sonrisa. Me lo dicen la tristeza de tus ojos y
esa mano izquierda crispada sobre el mueble.
¿Por qué sufrías? Eso no lo sabré jamás…
sustraje un frasco
de silencio,
con el oculto propósito
de usarlo
-como perfume-
cuando escriba
mis versos.
Todavía se habla de ellas…
¡Pobres mujeres hermosas,
con sus ansias de vivir,
pudieron ser muy dichosas!